Las normas están para quien quiera cumplirlas. Este martes, el Real Madrid las siguió a 'rajatabla'. Con el primer puesto asegurado en Liga de Campeones al descanso en Amsterdam, había un par de detalles que pulir antes de que el árbitro pitase el final del partido (0-4). Xabi Alonso y Sergio Ramos tardaron algo más de medio siglo en hacer un par de saques y... segunda amarilla al canto: expulsados, no juegan el intrascendente partido ante el Auxerre y van 'limpios' de tarjetas (no de conciencia, ¡pecadores!) a octavos de final.
Nuevo gesto 'made in Mourinho'; nueva polémica. Habrá a quien le escueza y otros que digan: "Pero qué pájaro y listo es". En cualquier caso, ¿es ético?. Mourinho se lo dijo a Dudek, el portero polaco al de Móstoles y, finalmente, Casillas a Ramos.
No se pueden llamar trampas pero sí utilizar y 'engañar' al reglamento. Porque, evidentemente, el 'filósofo' que redactó las normas de la Liga de Campeones no reparó en que alguien pudiera aprovecharse de este modo. No obstante es lícito y, como nada es gratis, a partir de ahora el portugués tendrá más enemigos. Pero eso lo tiene más que superado.
Sin embargo, como club español que es el Real Madrid, este método no ha de llamarse trampa sino picaresca. Es un modus operandi similar al que muchos de vosotros utilizáis en el extranjero. Como por ejemplo intentar no pagar en el metro de Roma o en el tranvía de Berlín. Colarse para entrar en la Capilla Sixtina o echarse todas las bebidas que nos dé la gana en los McDonald de Estados Unidos (los refrescos se los sirve el cliente y solo te cobran uno; los americanos si se echan dos, pagan el segundo...). A todos estos movimientos se les llama 'picaresca'. Los guiris no nos entienden pero eso, a vosotros, no os preocupa. Pues algo así le ha pasado al equipo de Mourinho; y si se quejan por Europa pues... ¡qué espabilen oiga!
2 comentarios:
Lo de que los americanos pagan la segunda bebida no es cierto. Al contrario, antes de salir del McDonald's todo el mundo rellena su vaso.
Vaya, pues me junté con norteamericanos sin sed aunque con españoles que probaban todas las bebidas en cada comida. Por cierto, qué cantidad de fantas; no sabía que se podía extraer de tantas frutas.
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