Podría calzar un par de 'Bota de Oro' para caminar, pocos jugadores pueden decir eso. Declarado mejor jugador de Sudáfrica 2010, dos Pichichi y una buena ristra de otras distinciones individuales. Diego Forlán firmó hace poco el contrato de su vida con el Atlético de Madrid, club con el que ha logrado trofeos internacionales. Cobra 5 millones de euros pero no es feliz.
A sus 31 años aún aspira a dar otro salto antes de regresar a Suramérica, allí quiere finalizar su carrera; en el Sao Paulo. Desea salir cuanto antes del Atlético e, incluso, se ha llegado a ofrecer al Real Madrid. En serio, no sé qué le pasa con las rayas rojiblancas que ahora no le gustan. Y eso que debía de ser al contrario.
Un partido de Forlán por la televisión es muy distinto al directo. Las cámaras no enfocan cuando realiza un desmarque y nadie le pasa la pelota. El 'rebote' que se coge me recuerda al de un patio de colegio. En ese momento, Forlán desaparece y en esa jugada, el Atlético juega con diez; tanto en ataque como en defensa. Es un acto similar al que acostumbra a realizar Cristiano Ronaldo, sólo que al portugués ni se le reprocha por todos los aspectos positivos que aporta. Y eso que lleva gomina.
Además, lo de Cristiano es ansia, lo de Forlán parece egoísmo. ¿Por qué no corre cuando alguien le pasa el balón? Entiendo que jode correr para nada, pero nunca se debe perder el norte. Habrá que regalarle una brújula porque llega a dar lástima que se desaproveche tanto a sí mismo (a la par que rabia).
A pesar de eso sigue metiendo goles, pero cuando anota uno, da la impresión de que ya ha realizado su labor y... adiós. Las estadísticas le confunden. Sin duda, no tiene nada que ver con el 'Kun' Agüero.
Por respeto al gol, una portería me susuró que cuando termine el mercado de invierno (31 de enero) volverá a ser el u-ru-gua-yo que los 'futboleros' pretenden recordar. Y no un u-ru-va-go.
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