He llamado a un amigo italiano, a otro alemán y a uno brasileño. Todos me han dicho que haga lo que sienta y que les deje en paz. ¿Cómo se celebra pasar a una final de un Mundial de fútbol? La gente ha salido a la calle, se ha metido en fuentes; otros se la beben. Pero España no ha ganado nada. El palmarés sigue igual que hace unas horas y, sin embargo, la alegría se ha desbordado gracias a un cabezazo de Puyol que nadie se esperaba.
Hablan de un sueño y de un recuerdo: "Joder, ¿por qué nunca podemos jugar una final?". Eso se decía cuando veías a Italia, Brasil o Alemania jugar el último partido del Mundial como si tuviera que ser obligatorio que una de ellas siempre ganara. Ahora nos toca a nosotros y la inexperiencia hace que en estos momentos grite sin saber si es lo que hacen los aficionados experimentados en finales.
Quizás lo mejor sea comprarme una peluca del Rey León y vaya -hasta el domingo- disfrazado de Carles Puyol. El de Lleida está de moda y lo de Villa ya es historia. Ahora los niños no se dejan perilla a lo Villa; prefieren soltar su melena e imitar a un héroe nacional. Un bárbaro que es capaz de disparar más fuerte con la cabeza que Villa con el pie.
Cuidado porque, si Puyol agarra el nuevo 'Balón de Oro FIFA' (trofeo que viene del matrimonio entre Balón de Oro y FIFA World Player, se han currado el nombre) es capaz de rematarlo de cabeza y partirlo en dos. Desde que Puyol metió el gol con ese testarazo, el Jabulani se comportó de diferente manera, dejó de hacer efectos. La NASA sentenció esta semana que el Jabulani es imprevisible a partir de los 72 km/h; por lo tanto, el remate de Puyol fue imprevisible en todos los sentidos.
1 comentario:
Pequeña corrección: Puyol no es de Girona, es de la Seu d'Urgell (Lleida).
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Esta boca es tuya